Junto a la margen izquierda del Miño, sobre un cerro rocoso en el que se apoya la presa del embalse, el núcleo primitivo de Castrelo do Miño está presidido por la monumental iglesia de Santa María.
Según la leyenda aquí envenenaron al rey Sancho el Craso de León, el cual había acudido a sofocar una rebelión.
En origen ese templo citado fue el de un monasterio dúplice, que después quedó sólo como femenino.
Tras el discurrir de los tiempos pasó a ser la sede de una encomienda de la Orden de San Juan, relegada más tarde a la categoría de priorato.
De la época original se conserva un poderoso ábside semicircular, provisto de un par de columnas, contrafuertes y tres suntuosos ventanales.
El alero se alza sobre arquitos, con los canes y las metopas minuciosamente cincelados.
El resto del edificio fue reconstruido totalmente en el siglo XVIII.
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